Nadie puede no conmoverse y hasta sentir el don de la completud
instantánea - tras la lectura de la obra poética de Ernesto Cardenal, que a sus
87 años ha recibido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Nadie no puede sentir a fondo como una gracia otorgada el
profundo significado del verbo religar, ora con los colores solares de la selva
nicaragüense y sus timbres y olores primigenios; ora con la luz nueva de julio
tras la gesta que tiró a la dinastía dictatorial de aquel país
centroamericano.
Poesía que cambia
mentalidades
El padre Ernesto Cardenal, que radica en Managua, Nicaragua,
dijo en entrevista que el anuncio del Premio lo “sorprendió y lo llenó de
alegría”.
A pesar de que el público lector de poesía siempre ha sido
reducido, esto no impide –señaló el poeta- que “la poesía continúe cumpliendo un
papel preponderante como vehículo que contribuye a cambiar mentalidades”.
Añadió que a pesar de que hoy se viven tiempos de cambios
vertiginosos, “los jóvenes continúan acudiendo a la poesía como lo han hecho en
otras épocas”.
Acerca de su participación en las revistas fundadas por Octavio
Paz, el padre Cardenal aclaró que hay muchos tipos de poesía y que uno puede
preferir uno sobre otro, “yo no comulgo con la poesía de Octavio Paz, por
ejemplo”, asentó el poeta.
Nadie no puede dejar de lado que el padre Cardenal, además de
poeta, es un sacerdote católico y teólogo. Nadie puede ignorar que su fe y la
ideología que de ella se desprende jamás entorpece la hondura y la grandeza de
su poesía. Más bien al contrario: su obra poética se afinca en las formas del
Antiguo Testamento y en el Evangelio para incorporar la más humana cotidianidad
y las cosas de este mundo que competen a los mortales.
Ahí corren parejas su célebre Oración por Marylin Monroe, sus Salmos, sus Epigramas, su Homenaje a los indios americanos, su Oráculo sobre Managua, su Pasajero en tránsito -entre muchos otros
poemarios.
Una utopía
experimental
Cardenal colaboró estrechamente con el Frente Sandinista de Liberación
Nacional luchando contra el régimen de Somoza, y fundó en una de las
islas del archipiélago de Solentiname, una
comunidad cristiana a modo de alternativa a las utopías totalitarias,
experiencia que le sirvió al escritor para prohijar el famoso libro El
Evangelio de Solentiname.
A pregunta expresa de qué queda hoy de la experiencia de
Solentiname que pueda tomarse como un nuevo punto de partida, el padre Cardenal
dijo que “Solentiname fue un experimento acorde con sus tiempos y que así debe
considerarse, por tanto hoy no queda nada más que el experimento”.
En su juventud, Cardenal lo mismo vivió monásticamente en
Estados Unidos, que como teólogo de la liberación en Cuernavaca; más tarde, lo
mismo padeció la persecución política que un rapapolvo del papa Juan Pablo II.
El padre Ernesto Cardenal es uno de los poetas vivos más
estimulantes que han sabido mantener refulgente a la poesía ante los embates de
los dogmas del hoy famélico realismo socialista y del relumbrón imperante de la
civilización del espectáculo.
[Publicado originalmente en el blog de la Dirección de Noticias de Canal 22 agencian22@blogspot.com.mx]
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