Elena Poniatowska cumple el 19 de mayo 80 años. Aquí, una entrevista donde, entre otros asuntos, la periodista, narradora y luchadora social rememora algunos pasajes destacados de su vida y reflexiona sobre el quehacer periodístico de cara a las nuevas tecnologías.
Noé Cárdenas (N.C.): Elena llegó a los 9 años a México y desde entonces ha sostenido un romance -si se puede llamar así- con este país y precisamente es la primera pregunta que le haremos a Elena –buenas tardes Elena, muchas gracias por recibirnos-. Elena, háblenos de este romance que mantiene usted desde los 9 años cuando llegó a México, que ha sido permanente y, a juzgar por los hechos, es interminable. ¿Cuáles han sido los momentos más memorables de esta relación, Elena?
Un “castillito” en la calle de Berlín
Elena Poniatowska (E.P.): Bueno, en realidad usted me está regalando un año de vida porque creo que cumplí 10 años. Yo nací en 32, llegué aquí en 42. Entonces, probablemente estaba yo por cumplir 10 años. Desgraciadamente mi mami no vive, no me podría decir en qué mes llegamos y nunca se me ocurrió preguntarle. Pero llegamos en 1942.
Somos, mi hermana y yo, hijas de una mexicana porque su apellido, mi apellido materno, es Amor y mi padre se llamaba Juan Poniatowski. Entonces, mi romance comenzó desde que llegamos a la calle de Berlín, no me acuerdo si 6, después allí se instaló la AMA, que era una asociación que protegía a los automóviles, si se te desconchinflaba tu auto ellos llegaban y te sacaban. Entones allí estuvo la AMA en ese como castillito. Y llegamos y desde entonces, tanto mi hermana y yo fuimos muy felices.
NC: Díganos tres, cuatro momentos de este romance que realmente estén fijos en su memoria.
EP: Bueno, el hecho que entráramos a nuestra recámara, que tenía torreones, era inmensa y hubiera encima de la cama de cada una, una muñeca muy grandota que apenas si podíamos abrazar; una muñeca que mi abuela había ido a comprar, bueno nos regalaba a las dos, eso recuerdo que un momento muy bonito. Luego, conocer todos esos perros, porque mi abuela recogía perros de la calle, creo que había allí como 20 o 22, quizá 28, ese también fue un momento muy feliz de la niñez. También fue un momento muy feliz estar en una escuela magnífica con una directora maravillosa, Mrs. Heart, se llamaba el Windsor School, esa escuela de veras una muy notable, enseñaba muy bien. Bueno también eso de hacerme de amigos, de compañeros que a la fecha todavía viven algunos.
NC: ¿Qué México le duele más Elena, y qué México la hace más feliz?
EP: Bueno, me hacen muy feliz los animales, el Monsi que está allí dormido, la Vais que es su hermana -que son dos gatos-, me hace muy feliz el perro, me hacen muy feliz las plantas en general; esas orquídeas las mandaron José Emilio Pacheco y Cristina Pacheco, me hacen feliz… son orquídeas, aquí hay otras, las flores, la casa, las sillas, todo. Pero lo que me hace más feliz desde luego es tener salud, también, porque si me sintiera mal o me doliera la panza pues estaría aquí chille y chille, ¿no?
NC: ¿Qué opina, Elena, acerca de que ya varias generaciones de jóvenes dicen que están acostumbrados a vivir en un país que está en crisis permanente?
EP: Bueno sí, México ahorita a los jóvenes yo creo que los decepciona mucho porque no hay empleos, porque ellos a veces, saliendo de la universidad habiendo trabajado en serio y llegan y no hay dónde trabajar; ellos trabajaron mucho en sus clases y no hay dónde, entonces yo creo que esa es una decepción horrible; y luego una gran violencia, leemos todos los días en los periódicos, vemos en los noticieros la cantidad de gente, no una sino 8, 10; y luego gente cuyos cadáveres se encuentran, en fin yo creo que eso es sumamente desalentador.
De cara a las nuevas tecnologías
NC: Elena, usted ha sido importantísima para el desarrollo del periodismo en México. Hoy estamos viviendo cambios vertiginosos con las nuevas tecnologías y el periodismo está como en tela de juicio; unos opinan que se está dispersando el quehacer periodístico y otros dicen que al contrario, está tomando una fuerza que no se sabe exactamente hacia dónde va, pero que ahí va caminando. ¿Qué cosas se deben conservar del periodismo que usted ha venido practicando durante tantos años y que en todo caso no deben perderse de vista a pesar de las nuevas tecnologías?
EP: Bueno, usted ve esta casa, los muros están llenos de libros que finalmente van a ser una donación, ¿no? Y también cada vez menos gente compra el periódico o lee el periódico. Todo está llamado a desaparecer precisamente por la tecnología, lo que así usted está haciendo con un micrófono, así que yo sí creo que somos una especie en extinción. Los escritores y los periodistas en el futuro tendrán que hacer análisis muy profundos los periodistas de la situación que no se pueden decir así a boca de jarro en la televisión; tendrá que ir todo en mayor profundidad para subsistir, también para resistir. Y luego, yo creo que cada vez más los medios electrónicos van a ganar más poder, ¿no? Y se van a hacer las cosas quizá con menos afán, con menos… más a las volandas, para que salga rápido.
NC: Usted ha dicho en alguna otra entrevista Elena que hay que vivir la época que a uno le tocó vivir; que añorar una época anterior que generalmente una la anhela como que fue mejor y todo eso es como realmente estar en el camino equivocado. ¿Qué puede decir acerca de eso en la actualidad? ¿Está usted viviendo su tiempo?
EP: Sí, no tengo nostalgia del pasado. Tengo mucha nostalgia, mucha tristeza por la gente que se fue antes que yo, porque a mi edad te vas quedando sola. En fin, todavía tengo a mi hermana con la que puedo hablar de ciertos momentos o de ciertas cosas que ella puede recordar, ¿no? Pero sí, se muere gente muy querida, y uno tiene que seguir, ¿no?
NC: La escritura es un modo de fijar la memoria precisamente, de hacer que las cosas importantes que uno fue recogiendo en la vida realmente se puedan transmitir.
EP: Sí, la escritura es consignar finalmente. De las fiestas… yo recuerdo que yo trabajé durante años. Al principio, en 1953 cuando usted no había nacido, 1954, en la sección de sociales y allí si no quedaba consignado por el periódico, la fiesta, si no iba el fotógrafo era como si no hubiera habido existido. Y luego mucha gente te decía que era más bonito platicar de la fiesta después, hacer la crónica de la fiesta, de cómo iba vestida tal persona, de las estupideces que dijo tal otra. Que eso era lo más sabroso, finalmente, de la fiesta. Uno siempre va a todo con muchísimas ilusiones o se llena de imágenes interiores de qué va a suceder, y lo que sucede no tiene nada que ver con lo que uno llevaba dentro.
NC: Y en ese sentido, Elena, también esto me parce a mí perfectamente aplicable a cosas que no son fiesta, a situaciones difíciles por las que atraviesa a veces el país, la sociedad. Usted ha dedicado gran parte de su escritura a resaltar, a darle voz a estas cosas que no se ven y que deberían verse.
EP: Sí también esos sucede, como usted dice suceden cosas terribles e inesperadas que uno nunca imaginó y que lo dejan a uno como realmente paralizado durante un tiempo hasta que uno más o menos se recupera, verdad. Y si en México, en los últimos años desde que soy periodista, sucedieron cosas duras primero, quizá, el encarcelamiento de los ferrocarrileros –ese fue en 59-, cuando yo conocí la cárcel por primera vez, pero tuve la suerte de ir a la cárcel con Buñuel, con Luis Buñuel en una ocasión o dos ocasiones… Después el movimiento estudiantil en 1968 que fue terrible y, finalmente, el Terremoto, en el que trabajamos mucho Carlos Monsiváis, Raúl Álvarez Garín, un estudiante del 68, y Daniel Molina quienes recogieron las voces de muchos damnificados. Y también el plantón de ¿2006? en el Zócalo, que la gente se quedó… bajo unas lluvias aterradoras que se llevaban las tiendas de campaña, la comida, la ropa, todo lo que hubiera, ¿no? Fueron días así en la calle, en la plancha del Zócalo.
Ser intelectual de izquierda en 2012
NC: ¿Qué significa ser un intelectual de izquierda en 2012, Elena?
EP: Es que yo no entiendo eso de que siempre están diciendo de la izquierda e izquierda. Yo creo que uno está –por inclinación o, no sé, así por persignarse- con las causas de la gente que ve que es mejor estar a su lado, ¿no? Pero eso de la izquierda… Bueno ahora sí se puede decir que hay un proyecto totalmente de izquierda, que está en torno a Andrés Manuel López Obrador, con el que estoy desde antes del 2006, desde el desafuero, ¿el desafuero fue en el 2004? Bueno no importa, soy bien mala para las fechas, pero desde hace un titipuchal de años ya estoy ahí.
Periodismo, ¿opuesto a la escritura literaria?
NC: Y finalmente Elena, usted es periodista, también es narradora y hoy en día como que ya los límites entre los géneros ya no importan. Y es precisamente una de las personas que han sabido combinar, sobrepasar los límites entre un género y otro utilizando investigación periodística para las novelas y también recursos estrictamente literarios para sus trabajos periodísticos. ¿Qué nos puede decir acerca de esto?
EP: Bueno, el hecho de ser periodista te da muchos temas, porque ves cosas que no verías o con las cuales no tendrías ningún acercamiento si no fueras periodista, ¿no? Entonces pues muchos libros están ligados al periodismo y otros libros de cuentos como De noche vienes o Tlapalería no tienen que ver con el periodismo; y las novelas también, algunas no tienen que ver con el periodismo pero el periodismo sí te jala mucho, ¿no?, la manera de ver la vida, de ver lo que sucede, de no hablar tanto de ti mismo, de estar mecanografiando tus rencores o tus alegrías. El periodismo te da una visión como un poco más lejana. Aunque te dicen que para escribir bien es malísimo el periodismo.
NC: ¿Y cómo convivió una periodista como Elena Poniatowska con un astrónomo que veía las estrellas, Guillermo Haro?
EP: Pues yo siempre pienso que hubiera querido ser mejor en todo pero sí, lo digo desde el fondo de mis 80 años, hubiera querido ser mejor esposa, mejor hija, mejor mamá. Pero creo que aprendí muchísimo del amor a México de Guillermo Haro, de su capacidad de enfrentar, de pensar en su país como él pensaba desde que amanecía; de enviar estudiantes fuera a que hicieran su doctorado, fue una gente profundamente preocupada por los jóvenes de México, que los quería sacar adelante incluso por encima de él y de su propia investigación ¿no? Por eso fue muy importante estar al lado de un hombre así de apasionado, con esa capacidad de entrega y, pues sí, así fue en la vida, muy padre.
NC: Elena, muchas felicidades por sus 80 años, que le vaya muy bien en el homenaje que va a recibir en la UNAM y muchísimas gracias por habernos recibido en su casa.
EP: Muchas gracias a usted por venido acá.
[Publicado originalmente en http://agencian22.blogspot.mx/2012/05/la-vision-lejana-que-otorga-el.html]